El aroma de tu cuerpo me tiene en ascuas.
Es inefable intentar nombrar ciertas emociones,
pero la bruma de tu belleza me desvela,
me deja inmóvil, extraviado, sin poder avanzar.
Y el canto de tu voz me hipnotiza,
como esas sirenas que hechizaban a los viejos navegantes.
Qué manera de sentir…
qué manera de perderme en ti.
Y cuando tu presencia roza la mía,
todo mi mundo se aquieta, se ordena, se enciende.
Hay un temblor secreto que sólo tú despiertas,
una llama suave que me recorre y me desarma.