Pertinaz,
furiosa la lluvia se precipita,
cae con desmedida ligereza,
golpea los ventanales …
con desesperación delirante,
incontenible se manifiesta…
como queriendo humedecerlo todo.
Lluvia,
me recuerdas tanto a ella,
con sus mismos comienzos,
con iguales arrebatos.
Al inicio tímida y sumisa,
mostrándose disciplinada e indefensa,
rítmica, con su goteo constante…en armonía frecuente,
con la sutileza de una caricia,
dócil y convincente,
con su embustera expresión de temerosa.
Pero la lluvia…impetuosa…
fue agarrando confianza…
y se puso de repente…acelerada y vehemente,
suelta, a prisa…
se ha transformado en tormenta.
Efusiva,
la agitada borrasca, rebelde…
cada vez más apasionada…
ha provocado un reguero incontenible...
que va anegándolo todo.
La lluvia y tú… tan semejantes,
tan desbordadas y excedidas,
sin reservas sus ímpetus exteriorizan,
sin arrepentimientos… revelan sus más disimulados secretos,
y se entregan en un instante…al clímax del momento.
Tú y ella, tan generosas…
tan liberales y audaces,
tan intrépidas y sin memoria,
van lavando sus vivencias en la corriente…
que desaparece en las cunetas…sin regreso.
Por eso… cuando llueve…
de esta manera impulsiva e impertinente,
se hace inevitable que te recuerde.