CORRE AMILAMIA
Este poema va dedicado
a una mujer joven, a una jovencita,
a una niña casi, que conocí en un libro,
no dentro de una librería o de una biblioteca,
lo que parece más lógico, sino dentro de un libro
de cuentos, una chica que se llamaba Amilamia.
Y era un personaje que corría y que corría
por una breve colina del extrarradio y que jugaba
a rodar sobre la hierba por la ligera pendiente,
mientras el joven ingeniero la esperaba
sentado en el banco del parque público
pobre, apenas organizado,
y se llamaba Amilamia.
Y el joven del banco parecía prendado
de la inocencia y de la alegría joven.
Pero este joven sentado
tuvo la grave desgracia de no caer en la cuenta
de hacer algo por seguir cerca, a su lado,
por retener su cariño,
al menos hasta que se hiciera adulta.
Gaspar Jover Polo