No me inspiré en mi dolor para este poema;
pues solo queda un hueco, sin vida ni pena.
Aquí no sientes nada, ni ganas de llorar,
es un lecho sin cultivar, es la tierra sin mojar.
Así se siente cambiar, dejar morir
para volver a cultivar y a sacar de raíz
aquello que te hizo mal, pero que te obligó a mejorar,
porque no hay mal que no rompa sin a su vez edificar.
Este no es un soneto cualquiera, es el soneto del vacío
Donde se encuentran solo recuerdos y desvaríos
que se van desvaneciendo en cada suspiro.
Porque así es la vida, un soneto desvariado,
donde los versos no cuadran ni aunque quieras arreglarlos
solo queda volver a comenzarlos.
Por ello a mí solo me queda, cultivar la tierra
sembrarla, echarle hierba, humedecer el campo de mi corazón
solo así este soneto, cuadrará y tendrá mi ritmo y sazón