¡Cuántas veces mis versos te dijeron
del amor que en mi pecho florecía;
cuántas veces el alma te ofrecía
dulces rimas que místicas nacieron!
¡Cuántas veces mis lágrimas fluyeron
por la pena, que triste padecía,
al mirar , que tu amor en lejanía,
mis pesares jamás lo conmovieron!
Más el alma, que un día te ofreciera,
y por ti se llenara de quebranto;
sin rencor por la angustia que sufriera,
entonando de olvido dulce canto;
hoy se aleja tranquila de tu vera
sin que ruede por ti mi amargo llanto.
Autor: Aníbal Rodríguez.