Callas nuestro amor por el peligro,
niégalo si es preciso,
por tu amor y el mío con enemigo.
Miente discretamente te lo pido,
siga nuestro secreto,
ante los celos de un empedernido.
Mejor así, aunque me extrañas.
Y en sueños me mantienes,
y en amor liquido me añoras.
Y tú feliz entonces en la alborada;
tome tu sueño y mía:
tu mañana tibia enamorada.
Y vuelve hermosa la lucida mañana
al recuerdo tuyo posesivo:
de amantes en un lapso laxo entraña.
En tu sonrisa temprana está la mía,
amada límpida secreta;
alegre entonces mi consuelo vía;
de mi alegría a tu voz llamándome a lo lejos,
con amor el viento, mensajero de tu nombre,
trayéndome perfume de tus sueños.
Isaías González Arroyo