Chica tranquila, bonita y graciosa,
te llevaste mi corazón, dichosa.
Tu risa me enloquece
y tu nombre me apetece,
pero tú no me favoreces.
No lo entendí, pero sí lo sentí.
En tu corazón ocupado ya no más invertí;
una persona ya lo estaba usando,
aunque entre los vivos ya no esté caminando.