Sentí ya este dolor
que sin cura me demuele.
Sentí este vago escozor
de mis muertas palabras
que yacen entre tumbas vacilantes,
entre mármoles fríos, vacías, mareantes.
Sentí estos versos
que entre muros atrapados
buscan a tientas el conjuro,
el hechizo de amor que los deshaga.
Sentí que ya no hay cura
para mi alma desgarrada.
Sentí que ya no hay disfraces
que desvanezcan mis oscuros latidos
que sin velos se desnudan ante vos
mudos, sordos, casi sin palabras.
Sentí que la muerte agazapada
se hace presente en mis ocasos sin permiso,
y entre soles y lunas agazapadas.
Sentí que el destino ya sin furia
aparece entre mis sombras herido, resignado.
Sentí, que mis venas muerden
el azul ceniciento de las albas.
Sentí mi cuerpo ya translúcido de angustias,
que bebe sediento de arroyos de caudales
ignotos y de aguas agriadas.
Sentí que mi ser se vuelve trizas
entre ruinas ocre de muros destrozados.
Sentí mis negros lutos asesinos
de venenos embriagados.
Sentí que mi ser se vuelve nada
abyecto, pleno de lo oscuro,
entre cárceles de negros lutos embriagado.
Sentí, ¡escapá! de estos
mis negros lutos asesinos
de venenos embriagados...
(Patricia)