Así,
por mi hombro el otoño es una hoja desarmada,
que se desmembra en cascara de viento y tierra,
y yo,
habitualmente ausente,
llego tarde a mi despedida,
a mi ausencia de todo.
Mi sombra se ausenta también,
mi boca habla cosas que no quieren decirse,
pensarse,
y así voy
desarmado de lo que se ama,
desarmado de palabras,
de lo que se aleja y esconde.
Camino en mi senda,
en mi senda camino:
es que pensar el cielo con alas negras y pájaros ciegos,
parece un recuerdo,
un horizonte que comienza a ser noche,
un camino oscuro
que mutila mis ojos,
y entonces, mi silencio es cómplice de mi ausencia.
Estiro la mano,
dibujo en el aire mi silueta,
digo cosas para mis adentros,
dejo reposar mis ojos aún cerrándolos:
ha sido una forma de verme,
de abandonarme y dejarme al olvido,
de decirlo todo
a nadie.