El amor real es vivido, es traspirado, es palpable.
Es un sentimiento que se siente en la piel, en el corazón, en la alma.
Es el amor que se comparte con alguien, que se vive en cada momento, en cada gesto, en cada palabra.
Es el amor que se siente en la presencia del otro, en la mirada, en el tacto.
Es el amor que se hace carne, que se hace vida.
Es el amor que nos hace sentir vivos, el que nos hace sentir que estamos en el camino correcto.
Es el amor que nos hace sentir que somos amados, que somos valorados, que somos importantes.
Es el amor que nos hace sentir que somos hijos del amor, que somos hechos por amor.
Por otra parte, el amor cursi es un engaño.
Es un castillo de mitos y leyendas, donde habitan los unicornios y doncellas con cabellos de oro, un cuento de hadas que no existe.
Es un amor que se basa en la apariencia, en la fantasía, en la ilusión.
Es un amor que se moja con la lengua de la falacia, que se alimenta de la mentira.
Es un amor que no es real, que no es auténtico.
Es un amor que se desvanece con el tiempo, que se pierde en la realidad.
Es un amor que no nos hace sentir vivos, sino que nos hace sentir vacíos.
Es un amor que no nos hace sentir amados, sino que nos hace sentir engañados.
Dos amores, dos caminos,
dos formas de amar, dos destinos.
El amor real, un fuego que arde,
una llama que brilla, sin cesar.
Es imperfecto, pero auténtico,
un sentimiento que crece, sin fin.
El amor cursi, un espejismo,
un reflejo de lo que no es.
Es perfecto, pero falso,
un sueño que se desvanece, al despertar.
La elección es tuya,
elige el amor real,
y no te dejes engañar por el amor cursi.
Pues el amor real es el que te hace feliz,
y te hace sentir que estás vivo.