¡Declaratoria de amor y vida!
No es que me falte el aire;
—es que respiro hondo al pronunciar tu nombre,
—y encendidos pechos, unidos,
quiebran los muros del dolor.
—y en cada latido, tu nombre es eco
que resucita mi alma,
—y en cada suspiro, es tu voz
que canta y me salva del adiós.
No es que me falten lunas;
—ni repetidas sombras para hallar mi rumbo;
—es que tu luz derrama señales nuevas,
—y la noche rauda me recuerda siempre
que las sombras huyen
—porque te hallo, amor.
No es que me falte el agua;
—es que la sed nos cambia,
—y al besar tus labios se estremecen almas,
—y, entre distintas sendas,
nos miramos dos.
No es que me falte hoguera;
—es que tu abrazo enciende lo que el frío apaga,
—y el invierno entiende cuánto te amo yo,
—y hay hogar con lumbre
para sentir que abrigo el corazón de vos.
Y si nada sobra, cuando nos falta nada…
Si al amar sabemos:
—la vida se esculpe al estrechar las manos,
—al apagar silencios,
—y en los pechos nace una canción de amor.
Y al final, uno sigue andando:
—con su misma sed,
—pero nuevo fuego,
—y la certeza humilde
de que existe un Dios.
Racsonando Ando (Oscar Arley Noreña Ríos)