Definitivamente, si tus ojos silentes, tan ciertos.
No me conducen a mi más airado delirio aquel…
que es navegar macilento, en el cendal, mi bajel
del plenilunio alumbre de mis desvaríos cuerdos.
Mejor… ¡no me mires…!
Porque, definitivamente,
me despojas, de mi locura.