Te vi luchar cuando el mundo pesaba,
cuando el cansancio vencía tus días,
cuando la duda, cruel, te cercaba,
y aun así seguiste, con fe y heridas.
Intentaron romperte, robarte el camino,
sembraron espinas, callaron tus sueños,
pero el cielo, testarudo y divino,
torció su suerte y volvió tus empeños.
Y aquí estás, amor, tan firme, tan cierta,
con la mirada llena de historia,
con cada puerta que hoy está abierta,
forjada en dolor, bañada en gloria.
Yo sé lo que costó llegar a este día,
cuántas lágrimas fueron tu alimento,
pero el alma crece en la agonía,
y tú floreciste en el sufrimiento.
Así que celebra, respira y camina,
que esta victoria es del cielo y tu fe,
porque aunque la vida fue cruel y mezquina,
venciste luchando… y aprendiste a creer.