No te confundas, no soy las letras de ninguno de mis poemas. Mis canciones son parte De mi lado oscuro. No asisto al café nocturno a desgranar mis penas ni conquistar corazones solitarios destrozados que a veces logro reparar en una madrugada, un tinto y algunas canciones, que quizá el sol de la mañana borraba las lágrimas y el viento se llevaba su olor}
Tampoco soy ese cielo nublado a punto de reventar. Escribo nostalgias, olvidos, amores mal logrados. Tengo mi cuaderno de pastas azules como mi terapeuta, ahí guardo los secretos más oscuros que transitan en versos y rimas mal logrados, que terminan siendo la bitácora de mis noches y que te digo de mi guitarra, que la he enseñado a llorar notas.
Algunas veces en el café nocturno mis canciones reflejan el color de la noche. Otras son oscuras como noche sin luna y más triste y agonizante que un poema de Cesar Vallejo, otras, clara y enamorada como los poemas de Neruda o clandestinas como versos de Cardenal. Tú decías que casi siempre mis noches y poemas son como una enorme telaraña
Lo monótono de todas las noches es la nostalgia, una copa de tinto sobre el piano y claveles arrojados con alguna petición. Sin faltar algunos ojos relucientes entre las mesas que esforzaba su aplauso para hacerse notar y pedir siempre la misma canción o el agradecimiento de unos labios carmín, ojos brillando y un caminar con su propio lenguaje.
Como vez, no hay mucho que decir, ni ofrecer. Si vienes, que sea por decisión, no por un falso reflejo de lo que parece y no es, debajo de la botarga de cantor nocturno existe el que soy, sin engaño y con las venas abiertas de un cuaderno sangrando letras con un cuaderno, una guitara y la lealtad de un perro, aunque las tardes me acompañan, no todos son iguales
LENNOX
EL QUETZAL EN VUELO.