Laura Cordero

TRABAJO DURO

Hemos caminado miles de kilómetros, a veces con los pies descalzos, sangrantes. La frente sudorosa, la piel marchita, entre el polvo cruel de la pobreza errante. Saboreamos apenas el dulzor de los excesos.

Pero crecimos aun con cicatrices permanentes, dolores que hicieron de nosotros hueso fuerte. Logramos ver una distante luz que nos deslumbra y enamora, el faro que nos salvó de la noche y la muerte.

Hechos de acero y fundidos lentamente con el fuego del trabajo más duro; carentes quizás de carisma innato, pero repletos de un amor por el progreso puro. Nosotros somos la cosecha y el arado.