Mi alma es una casa,
y tú tienes la habitación principal.
En donde duermes y sueñas,
pues ella es un portal.
Verdes son sus paredes,
y su fragancia es a mandarina,
las almohadas son suaves,
pues en ella habitas.
Eres un hogar. Y a su vez, tú habitas en mí.
Mi casa ya no es casa; está acoplada
a ti, tiene todo tu matiz.
“No creo en el amor”, dije ayer.
Pero el amor tiene tu nombre,
imposible que no exista, si de ti
se compone.