edgardo vilches

POEMA DE CAMPO

 

En las escarpadas laderas

de los cerros de Santa Rita,

se puede disfrutar de un paisaje,

donde la Viña es la reina.

 

Recuerdo que adolescente

fuimos a caminar

por ese cordón

de cerros precordilleranos.

 

Los más habituales

eran los cerros de El Rulo,

al costado del camino

Padre Hurtado.

 

El ambiente era reseco

y las yerbas que crecen libres,

el verano ya la había tocado

con su varita amarilla.

 

Los Espinos sensoriales

estaban allí, como hace mil años:

Espinosos, verdes y con sus semillas

enclaustradas en esas formas sonoras.

 

Recuerdo las arañas pollito

y los líquenes pegados

en las grandes rocas,

donde escudriñabamos lo nativo.

 

El plano estaba habitado

por mil casas desordenadas,

que los perros cuidaban

con celoso brío.

 

Había carretones con caballos,

patos, gallinas y gatos

en todos los hogares.

Era gente campesina.

 

Se veía a los hombres

calzados con ojotas

manteniendo la huerta:

Porotos, sandías y melones.

 

Era marzo y todo parecía cosechado,

pero desde el faldeo de esos cerros

se podía observar algunas sandías,

de bajo calibre, que dormían al sol.

 

Hasta allí nos acercábamos

transpirando bajo el cielo tórrido…

Una sandía sonreía

y nos regalaba su corazón rojo.