No pretendo, mas sólo que adorarte,
y vivir por tu amor mi vida entera;
para hacer tu existencia placentera,
y de luz, y de fe, poder llenarte.
Es mi afán, con mis letras venerarte,
si que nada tu paz la rompa o hiera;
y ofrecerte de mi alma la quimera
que por siempre su arrullo ha de brindarte.
De mi voz, con ternura, saldra un canto
inspirado por ángeles del cielo;
donde viajan las curas del quebranto
con las notas de tierno violoncelo:
que tendrán un arpegio sacrosanto
con acordes que ofrecen gran consuelo.
Autor: Aníbal Rodríguez.