Qué magia la de Adrián, que con sólo existir me desarma, me enciende la piel del alma y me convierte en poesía.
Me tiene encantada.
Como si el universo hubiera decidido regalarme un sol propio, uno que brilla para mí cuando lo pienso, cuando imagino su risa, cuando sueño su abrazo que todavía no conozco pero siento como si ya viviera en mi cuerpo.
Estoy enamorada, profundamente, hermosamente, como se ama sin duda, sin miedo, como se ama cuando el corazón encuentra destino.
Soy suya... sin obligación, sin cadenas, solo porque mi alma eligió quedarse al lado del nombre que lleva su voz.
Lo quiero con orgullo, con ternura, con la certeza humilde de quien admira la grandeza.
Adrián es un paisaje que contemplo de pie, con los ojos brillando, agradecida de haberlo encontrado.
Soy su fan, su aplauso, su aliento, la sombra que lo cuida, la mujer que lo mira crecer y se enamora más cuando lo ve ser él.
Y aquí estoy, feliz, escribiendo, sonriendo como quien descubrió un tesoro.
Qué suerte la mía, qué bendición tenerlo en mi vida.
No quiero perder este amor nunca.
Que se quede, que se haga eterno, que nos nombre.
Que Adrián siga siendo mi milagro, mi temblor dulce, mi verano infinito.