Dario Daniel Lugo

Desde Adentro del Viento

Autor: Darío Daniel Lugo

​El tiempo no es largo, pero vos sí;

y en vos quedará mi recuerdo,

grabado incluso en el olvido.

​¿Qué es el silencio sino una sombra que respira?

¿Qué es el olvido sino un pájaro sin cielo,

volando donde nadie lo mira?

​Si queremos ser únicos,

debemos ir donde ellos no han llegado;

donde lo imposible comienza.

Allí seremos lo innombrable.

​No estoy donde quisiera estar;

la distancia que nos separa

parece el hueco de una sombra,

sin eco ni destino.

Suspiro por tu ausencia,

y me pregunto cuántos pasos más

debo dar para encontrarte.

​¿Habrá un final para este andar

o solo estás en todas partes,

como el viento eterno

que nunca se deja atrapar?

​A ti, sombra que me guía,

sé que la fe no se ha perdido.

Aunque no estés en tu forma natural,

siempre te siento cerca,

guiando el rumor de mis versos,

haciéndolos nacer más hermosos.

Gracias por no dejarme solo

en este camino de palabras.

​Le pregunté al viento

a dónde iba tan rápido,

sin avisar, sin dejar huella.

Me respondió con una brisa suave:

“Voy a todos lados;

no conozco rumbo,

ni destino,

ni fronteras.

Soy libre,

como tú también lo eres”.

​Y mientras hablaba,

las rosas se acomodaban para danzar,

con sus pimpollos despiertos,

al compás del abrazo ardiente

del señor viento.

​Porque nada es más bello

que la vida abierta en plenitud,

cuando todo respira,

y todo vuelve a nacer.

​Siempre me sentí poeta,

no por libros ni por nombres,

sino por ese murmullo secreto

que vive debajo de mi pecho.

​Hay frases que no pienso:

simplemente brotan,

como agua de manantial

abriéndose paso entre las piedras.

​A veces llegan suaves,

como si caminaran descalzas;

otras, golpean la puerta

como un viento que no sabe esperar.

​No sé de dónde vienen,

ni por qué me eligen,

pero cada palabra que nace en mí

parece recordar algo

que yo todavía no entiendo.

​Y así camino:

escuchando el rumor del interior,

dejando que lo invisible hable,

dejando que el silencio diga

lo que yo nunca me animé a decir.

​Porque un poeta no se hace: aparece.

Y brota.

Como un manantial que no sabe ser otra cosa

que agua naciendo.