Cántame, musa, ahora: dame la lira encendida,
dime por qué no he tenido nada de ardientes ideas.
Dame una idea, devuélvela; lleva mi mente a la tuya,
trae la música, trae, desde la fúlgida espera,
todas las formas poéticas, todos los metros que encuentres.
Dime si hay algo abismático dentro del paso que llevas.
Dímelo, musa querida. ¡Dime por qué no me inspiras,
dime por qué las divinas y ásperas trazas no entregas!
¿Tanto te aqueja que escriba, musa que escondes mi lauro...?