Para quien ha amado más allá de las palabras, más allá de los encuentros, más allá incluso del tiempo. Para quien sabe que el amor verdadero no se termina con la distancia ni se apaga con el silencio, sino que perdura como un tatuaje en el alma, como un eco que regresa desde el mismo umbral de la eternidad. Que estos versos sean el testimonio de que algunos amores no necesitan estar presentes para ser inmortales: basta con haberlos vivido para que sigan latiendo en cada esquina de la existencia, en cada lluvia que refresca la tarde, en cada luna que escucha el aullido de un nombre que nunca se fue.
Para ti, mi Pantera Negra.