En una tarde
donde el frío obliga a los corazones a juntarse,
el silencio se apoderó de mi ser.
Quise compartir mi paraguas
con un ser que ha robado mis latidos.
Sin embargo, la cordura me obligó
a no perderme en esa mirada
que perturba mi calma.
Observé con culpa
cómo la lluvia mojaba al ser que tanto anhelo.
Aquella tarde mis pensamientos
no dejaron de rondar,
entre un qué habría pasado
y un estará bien.
Mi paraguas del silencio
acompañó a tejer mis pensamientos de valor,
para escribirle al día siguiente
y abrir hilo a una aventura
donde mi calma está en juego.