Sueño con luna de plata
con escarchadas huellas
de mis lágrimas errantes.
Con oro en mis párpados,
con el canto del silencio.
Con jade en mis campos
de musgo y vicundo,
con cantos de olas y de caracolas.
Que hablen los lirios del cielo,
que navegue el sueño
en el mar de diamantes,
en la estancia dormida
de mi paraíso.
Es la respuesta preciosa del cielo:
¿qué soñaste para mí?
¿Qué alas me has dado?
¿Qué voz de cigarra
Cantas en mis cantos,
qué estrellas prendidas
de luz son mis ojos,
qué tierra dorada
es mi piel de arcilla,
y qué olas danzantes
es mi falda blanca?
El maizal ha pintado
mi campo de oro,
y el rosal ha cuajado
diamantes al alba.
¡Qué canto infinito
cantan tus cristales
tu silencio de brisa
susurra a mi pecho!
Quisiera verme
con tus ojos celestes
Ver tu propósito
tallado en mis
Surcos
En el grito profundo
Del alma transparente
Que fuego implacable
Pusiste en mi pecho
Que grita a mi Silencio
Que encuentra significado
Al canto, al llanto
Al resonar
De castañas Al viento
en la piel de Surcos y sangre
Del alma dormida
Que se abran mis alas
Es la hora del vuelo
Que se abran los cielos
Que brille tu gozo.
A ti a mi a los antiguos cantos
A las palabras que caen desde mi boca caen como cascadas
a la profundidad del alma,
como cantos como relámpagos,
como ráfagas como caricias,
caen en picada en vuelo en transparencia fluyen hacia el río y el océano,
de mis cantos,
de mi apasionado fuego,
que enciende los altares de mi profundo laberinto.