Manuel Valles

Puerta antigua

A Moisés Gallego 

 

Han llegado a ti los inviernos,

a tu pesada madera,

al descompuesto color 

de tu alegría párvula 

-esa misma alegría 

que se quedó niña en el tiempo -

Las manos que abrían y cerraban

como párpados alegres

tus tablones,

se han ido perdiendo

en un polvo arrugado y yerto.

 

Si te vieras al espejo,

con los ojos astillados que tienes,

verías lo malvado que son los años

y lo infame de sus días que pasan

y no detienen

la indolencia de su marcha;

verías cómo una costra enferma

va haciéndose grande

y botando tu aldaba,

echándola afuera como un diente flojo;

verías la presencia

de una multitud de agua

y sus lágrimas ir cayendo,

descuajadas,

en cada una de tus vetas,

dejando en ellas

la simpleza de un triste

apiscaguado manchón oscuro.