Don de la esencia
En la vida soy ese del cual siente tu pecho
que te besa los labios y que te habla al oído,
que acaricia tus senos como un niño dormido
y te cuenta en las noches el porqué es satisfecho.
Mas también soy aquel que no pide derecho,
ya tu esencia lo sabe cómo llego hasta el nido;
pues recorro el pasillo de tu cuerpo encendido,
cuando el cutis más fino reconoce del hecho.
Y al mirar tus ojitos que destilan ternura,
me detengo un momento para ver tu hermosura
y prosigo aquel juego que no ocupa razón.
Y al pasear por tu oasis del terreno desierto,
reubico la nave, cotejada en tu puerto
y te digo de nuevo, siga así el diapasón.
Samuel Dixon