Humberto Frontado

EL MANIQUÍ MANIQUEÍSTA

 

     Allí estas, en ese oscuro rincón del sótano

ataviado con una recia tela

de polvo de olvido y terquedad.

 

     Aun te postras en ese roído traje negro y blanco.

Nunca diste espacio a otros colores,

ni siquiera a medios grises.

 

     Tus recuerdos rondan esa visión dualista

que ajustaba el talle de tu cintura.

Vivías en un solo “me queda mal, me queda bien”.

 

     Las inquisidoras manos

del viejo sastre que te usó

quisieron imponerte modas herejes.

 

     Tu ascética trascendencia de alma buena

no tiene cabida en las modas de sombras

y mucho menos en remiendos malsanos.

 

     Te crees a salvo

en ese nebuloso vórtice subyugado al olvido.

No tienes albedrío y esa piel plastificada

te hace ver fuera de moda.

 

      De reojo te miras en el opaco espejo,

ves detrás de ti una acuciosa sombra

que te absorbe por la ausencia de luz.

 

      Sumido en esa cosmología única y absoluta,

tu alma busca salir desgarrando

la fina costura que te aprisiona.

 

      Huye de esa falta de sentido,

de querer adherir el mal

a benevolentes dioses acicalados y perfectos.

 

       Tarde o temprano

has de renunciar

a promover esa peregrinación

por la perfección de sí mismo.

 

23-11-2025

 

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