Roma.

Guiarse

Hoy el sueño se me fue, y al mirar mis manos sólo entiendo una cosa:
no te tengo.

Te escribo con el alma abierta, sin orgullo, sin sombras.
Cuando digo que te quiero, es mi corazón hablándote limpio.

Me duele tu tristeza; te siento incluso a la distancia.
No rompería esto, no rompería lo que amo.

Si dudás, volvé a mis palabras, mis poemas:
ahí siempre te estoy diciendo que te amo.

Amar no es rosa: es todos los colores y, ojo, no quiero justificar nada.
Pero en todos esos colores, te elijo.