Volveré al reino de las caricias,
de los besos, de las manos traviesas,
donde el tiempo juega a las escondidas y pasa despacio,
dejando bellos recuerdos que no lastiman.
La pasión y la ternura se vestían
y la dulzura hacia una fiesta.
Vuelvo al reino de las caricias,
donde no solo somos hueso y carne,
cuerpo y espíritu, ojos, besos, nariz,
aire, torsos y pezones, lengua, cuello y hombro, brazos, pecho, boca...
donde habita la grandeza de la compañía,
del sexo en femenino que hace pequeño
el mundo comparado con lo que teníamos.
En el exilio del reino de los atardeceres en rosa,
donde el deseo calentaba los amaneceres,
la ausencia permanece despierta toda la noche,
completa y compleja.
Volveré al reino de las caricias, de los besos,
donde no solo somos hueso y carne, cuerpo y espíritu,
ojos, besos, nariz, aire, torsos y pezones, lengua,
cuello y hombro, brazos, pecho, boca...
donde el tiempo juega a las escondidas y pasa despacio,
dejando bellos recuerdos que no lastiman,
aunque solo haya vestigios de lo que fue nuestro sexo en femenino.
Eva Estella Parejas Manzanal/ Silvia del valle Suarez