I
El viento le da saludo,
la montaña lo admira,
morichales en su lira
cantan coro casi mudo.
Los peces, sin alas, rudo
vuelo emprenden de emoción,
las doncellas en canción
se arrodillan cual sirenas,
y las babas con sus venas
lo veneran sin razón.
II
Por los campos va volando,
con sus alas de tormenta,
cada amor que se presenta
lo abandona suspirando.
El coraje va quebrando,
su corazón se consume,
y aunque el llano lo resume
en paisajes de consuelo,
su destino es puro vuelo
que la soledad resume.
III
Más un día halló ternura,
el amor que lo esperaba,
y en sacrificio cortaba
sus alas de desventura.
La sangre fue su escritura,
ligada al pecho profundo,
y al caer dejó en el mundo
un canto de despedida:
el llano le dio la vida,
y el amor lo hizo difunto.