Daniii_Farías

Los Cambios y Su Verdadero Camino

 

 

A veces los cambios no llegan de golpe.

No aparecen de la noche a la mañana,

ni se construyen de un día para el otro.

Los cambios tienen su propio proceso,

su tiempo, su ritmo,

como una semilla que nace en silencio

y va creciendo despacio

bajo la tierra que nadie ve.

 

Al principio no se sienten,

parecen nada,

parecen viento que pasa sin dejar huella.

Pero el tiempo, sabio y paciente,

va hilando los días hasta que, sin darnos cuenta,

lo que un día fue pequeño

empieza a transformarlo todo.

 

Las personas cambian para bien o para mal,

y cada uno elige hacia dónde quiere caminar.

A veces cambiamos porque la vida nos empuja,

porque la realidad de hoy no se parece en nada

a la de antes,

y adaptarse se vuelve necesario.

 

Pero si vas a cambiar,

tenés que pensar qué parte de vos

estás dispuesto a soltar,

qué parte querés mejorar,

y qué parte estás dejando morir.

 

Hay quienes se pierden en jodas, en fiestas,

en noches largas y humo barato,

creyendo que ahí está la libertad,

cuando en realidad es sólo un escape.

Creen que la vida es hoy y nada más,

hasta que un día se dan cuenta

de que sus amistades ya no están.

Mensajes sin respuesta,

miradas que cambiaron,

caminos que se abrieron para otros lados.

 

Y entonces aparecen las preguntas:

“¿En qué momento me quedé atrás?”

“¿Cuándo se fueron?”

“¿Por qué nadie me dijo nada?”

Pero la verdad es que todos avisos estuvieron:

en los silencios,

en la falta de atención,

en las prioridades cambiadas.

 

Ahí es cuando uno aprende

que no se puede retroceder

cuando el tiempo ya avanzó,

que hay personas que se van

porque crecieron diferente,

y que uno también tiene que valorar

lo que tiene,

lo que le queda,

y lo que todavía puede construir.

 

Los cambios se parecen a una escalera:

empiezan desde lo más abajo

y suben despacito hasta encontrar su lugar.

Y un día, sin avisar,

mires hacia atrás y entendés

que cada decisión,

cada caída,

cada paso,

te estaba formando.

 

Hoy el mundo cambió,

las cosas no son como antes,

y cada día aparecen nuevas realidades

que nos obligan a pensar

en quiénes queremos ser.

 

Porque al final,

los cambios no son solo lo que pasa afuera:

son los que hacemos adentro.

Y el resultado, ese que tarda,

ese que parece que nunca llega,

termina mostrando

que todo —absolutamente todo—

tenía un sentido.