Dios regálame una lágrima,
húmeda, sentida…profunda
una làgrima de ensueño,
que lleve mi consuelo celestial
a un refugio onírico de Puerto Santo,
donde el ocaso de mi paz adormecida calla,
y el silencio se hace eco del sonido de las sombras.
Dios ayúdame a sentir la brisa en primavera,
vestir la nostalgia de otoño que no muere en su agonía,
crepúsculo perdido, sonata de luz,,
que atraviesa el frio del olvido.
Dios, te entrego mi alma…
para alimentar la Fe y el fuego del amor,
el aura de una lágrima que posa en una rosa,
dejo en tus manos el llanto, el dolor... las penas,
concédeme la Luz de mi camino…
haz de los sentidos un pentagrama de vida
una sinfonía real, incesante, inmaculada.