Estoy escribiendo estas letras, en unos rincones torcidos, mientras camino con mis dos pies izquierdos, tratando de encontrar el camino, de aquel sueño nuestro que dejamos en la almohada sin usar, tocar mi guitarra con el muñón de mis manos, mi mundo y visión… un cataclismo. Siento en nuestros sueños un presagio de pesadilla, recibo ese frio de tu piel helada como invierno.
Siento distinto el mover de tus palmeras, el olor de tu mar, parecen ráfagas de viento de una jungla de acero que desconozco el camino. Te siento lejana y perdida, sin barca, sin brújula y libre e insatisfecha. El corazón recuerda, las personas normales buscan estabilidad, pero el poeta no es un ser normal. Paranormal si quieres, pero nostálgico. Escribir no es garabatear una hoja
El instante oscuro del poeta, no es estar en su mesa de noche, esperando la rima exacta, tampoco sentarse en su sillón preferido sintiendo los pasos de un sueño que se acerca, es la sonrisa exacta que inicia en la alegría del corazón, cuando los labios repiten algún estribillo del último poema. Escribir, es abrir las venas de un poema y sangrar letras, para el distante amado.
Aunque tus letras llegan con la regularidad de siempre y con otro sabor, olor y hasta la tinta es diferente, ya no escribes con la comparecencia del grafito sino con esa mezcla de colorante y agua de pluma fuente, que marca la diferencia subliminal de tus letras. Ya no apareces escondiéndote detrás de una metáfora, ahora ya no existo las letras cifradas, ni encriptada.
No sé dónde estas, ni como estas, pero las ultimas noticias son buenas para ti, triste para unos y el descubrimiento sentimental para otros tantos. No es fácil sacarte de mi alma. He dejado las puertas y ventanas abierta, para que salgas como entraste, pero hay recuerdos que se aferran a la nostalgia y recogiendo las noches aquellas, prefiero acurrucarme al amparo del corazón.
LENNOX
EL QUETZAL EN VUELO