Teje Amor las cadenas
que te oprimen el pecho en este día.
Las teje con las flores
que has sembrado en tu pecho siempre ardiente.
Fue tu llanto el rocío
que cubrió aquellos pétalos nacidos
de ese calor que quema tus sentidos.
Batiendo las arenas,
canta mi pena el turbio desvarío
que mata tu alegría.
¡Oh, dolor impaciente,
que apareces en todos los amores
para echar sobre ellos mil dolores!
Leño de los heridos
donde reposa la dichosa gente:
¿Ahora entregas penas
a quien nunca fue fría,
que blasonó su lúdico albedrío
y se entregó a tu ley y señorío?
En tiempos anteriores,
un lazo cariñoso los unía.
Por amigos, unidos
estuvieron, y apenas,
porque así quiso el Hado penitente,
por un segundo acaba, insuficiente.
Fue el amor desafío
para su corazón, que en dos escenas,
se quedó en mil dolores.
Sus ardores, teñidos
de una rabia mortal ardiente y fría,
acabaron calmando su porfía.
¡Oh, dolor que consciente
nos dañas, y ultrajando bellos nidos
nos dejas un terrible desvarío!
Con que riegues las flores,
con las fúlgidas penas
que con lágrimas tiñen azucenas,
basta para cuidarte en tu osadía.
Flecha temible de los mil dolores:
adjunta esta canción insuficiente,
llegues con el dolido trino mío
a mi amiga que llora, y sus oídos.