Yoleisy Saldana

Ella Y Yo Frente A La Noche.

Estuve anoche hablando contigo,
frente a frente,
como dos fieles amigas que se conocen por dentro
desde hace ya demasiados inviernos.

Eres tú, la invitada puntual que llega cada noche
cuando cuesta dormir,
cuando el silencio pesa
y el alma se queda sin refugio.

Te sientas a mi lado con esa calma antigua,
me miras fijamente
y en tu calma encuentro un respiro,
una pausa,
una paz que no se parece a ninguna otra.

Vienes siempre con una copa de vino en la mano,
invitándome a ese diálogo interno
que sólo se abre en la penumbra.
Me recuerdas
que estar sola no es sinónimo de tristeza,
que a veces no estar acompañada es simplemente
el camino de regreso a mí misma.

Cada vez que llegas
despiertas verdades que duermen
en los rincones más callados de mi interior.
Me muestras que la soledad sabe cosas
que ninguna compañía podría enseñarme:
la profundidad, lo infinito,
lo que permanece cuando el ruido se apaga
y el apego se disuelve.

Porque cuando aquello que confundimos con amor
se desvanece,
ella se queda:
la eterna compañera,
la que abraza cuando no hay más manos,
la que escucha sin preguntas
cuando el corazón se cansa
y el alma ya no tiene fuerzas.

Ella, la visitante recurrente
cuando el mundo apaga sus luces.
Ella, la voz que habla en silencio.
Ella, la compañía que no interrumpe
pero transforma.

La soledad,
que al final me enseña
que la vida también se vive así:
en susurros,
en pausas,
en quietud.

Que todo lo esencial
nace allí,
en ese espacio íntimo
donde me encuentro
y me reconozco
sin miedo a mí misma.