El corazón me rebosa de ti
y lleno está, en un mar de caricias,
esas que quiero darte,
pero mezclado con la angustia,
y esperanza ficticia de que sientas amor
por este pecho que por ti late.
El corazón me rebosa de ti,
como el llanto de un niño,
que no cesa ni un suspiro,
abatido, dolido y perdido,
pero con un sueño: llegar a ser tu delirio.
Pero sé que no me amas, aunque el corazón
me rebosa de ti.
Cuando amas,
tus ojos brillan, tus palabras brotan,
tu cielo infinito canta sutiles y bellas prosas
que inefables suplican amar
ante cualquier cosa.
Rebosas, llenas y vives
en ese instante de mí
que se detuvo en la espera
de quizás poder hacerte sentir,
vivir o al menos, revivir.