Manuel Valles

El Tártaro

Descended, oh, alma, sin temor,

descended y mirad la entrada,

mirad, oh, los álamos negros

y a vuestros parientes piadosos

suplicarles una moneda.

Mirad que el avaro Caronte

yace esperando en su embarcación,

esperando sobre el Estigia

a conducir vuestra alma triste.

 

¡Oh, alma pobre que cruzaréis!

¡Pena siento por vuestra Merced!

Cerbero aguarda en el Tártaro 

y Hermes a conduciros no va.

 

Llegaréis a donde el bosque aquel

y veréis en él un estanque

dónde yace un álamo blanco,

bebed de su agua y obtendréis,

oh, alma común, la ventaja

que seguro habrá de llevaros,

estando en praderas de Érebo,

a reposaros sin más temor

en los jardines del Elíseo.