Brindo por las noches de insomnio;
aquellas que se llevan las vueltas,
que te besan hasta la esquina cerebral más oculta,
que te miran y respiran,
y que al pasar las horas se sienten más pesadas, pero más encantadas.
Porque aquellas viejas noches de insomnio
se llevan la recompensa,
hablando entre lenguas
que se mezclan, retuercen y convulsionan.
Brindaré en la mañana siguiente
por esas definidas ojeras,
que me recordarán las comezones cerebrales
como las que teníamos antes.