Alguien se encarga,
de regar el geranio de la ventana,
corazón de ternura,
y luego coloca el pan sobre la mesa...
Cuelga la ropa,
y su belleza es como una diosa,
mi fiel compañera,
con sus manos en cada cosa...
Y me llena el alma,
cuando traviesa me convoca a la cama,
sonriente y florecida...
del ocaso al alba me encarna entregada...
Mi esposa deseada,
donde su mirada es un polen de fiesta,
y de pasión controlada,
junto a mis años, van sus ojos violeta...