Cuando venga el ocaso
Cuando venga el ocaso con la agenda marcada
a cubrir nuestros ojos sin decirnos por qué...
un silencio muy grande quedará en la mirada;
un silencio muy vasto que lo encierra la fe.
Y poblado de ideas quedará el aposento
en que fue un día esponja de saberes y luz:
es por eso, sin dudas, que al emplear el talento
y ponerlo al servicio se hace honor en la cruz.
Cuando venga el ocaso, nuestra voz será muda
y hasta el sol en la altura su fulgor cesará.
Es, por tanto, que el llanto con su música ayuda
a sanar las heridas que el dolor llevará.
Pero dentro del alma, donde posa la vida
el espíritu mismo buscará en el amor
la razón de llevarse del jardín adanida
los recursos sublimes de Jesús, el Señor.
Samuel Dixon