Cosas que nunca os he dicho...

Otra vez...

Otra vez, Instagram me devuelve un nombre.

\"A quien quizás conozcas”, dice, 

como si supiera más de mí que yo mismo.

 

Como si las máquinas llevaran un registro secreto de todos los hilos invisibles que dejé sueltos.

 

La notificación aparece entre otras cosas más banales, pero tu nombre no es trivial.

Tiene peso. 

Se incrusta.

Se queda ahí como un ancla en medio del pecho.

 

No sé si tocarlo.

Tengo miedo a que esa simple acción, 

un dedo sobre la pantalla,

abra una puerta que creo tener cerrada.

Que vuelva el ruido o el silencio.

 

No sé cuál de los dos es peor.

 

Tu perfil aparece en pequeño,

una bonita imagen de un paisaje de verano, 

me recuerda la playa donde la hiciste.

 

Me quedo mirandola más tiempo del necesario.

No entro.

No deslizo.

Solo observo,

como quien mira desde lejos una casa que ya no es suya, pero reconoce cada ventana.

 

La aplicación insiste.

\"Añade a tus contactos.”

Como si un clic pudiera recuperar todo lo que dejamos sin decir.

Como si la vida fuera tan simple como volver a conectarse pulsando un botón.

 

Respiro, 

Bloqueo el móvil,

Y me quedo como un náufrago que se aferra a un trozo de madera.

Intentando convencerme de que no leer también es una forma de seguir adelante.