Todo comienza a girar, miro el viento al moverse
las ramas, suena el temblor de las hojas parpadeando
frenéticamente, llorando flechas incandescentes
sobre la tierra en la que me encuentro.
Finitas columnas sobre-expuestas
extendidas en la inmensa oscuridad,
camino regado de claro-oscuros
abierto a infinitas combinaciones.
Varían a cada suspiro de mi corazón
cambian a cada ráfaga del sol.
Oscuridad silenciosa, asusta.
Resplandor ardiente, quema.
Volvemos a la sombra para escuchar,
corremos a la luz buscando paz.
Bajo este bosque por el cual caminamos
la luz nos muestra lo eterno,
ilumina un corazón que late
en cada posibilidad del espacio.