Te amo con esa fiebre que no cesa,
con la ternura que sangra despacio,
desde aquel beso que abrió mi tristeza
y me dejó suspendido en tu espacio,
donde amar es una antigua promesa
y doler se volvió mi prefacio.
No me pidas razones ni memoria,
mi amor no nació de la cordura,
fue tu voz, tu mirada, tu historia,
la que marcó mi carne con ternura,
y en el eco de tu transitoria gloria
mi alma halló su perdedura.
Tú eres la culpable de mis desvelos,
de esta pasión que no tiene remedio,
de este incendio que lame los cielos
y deja en mi pecho su asedio,
porque todo en mí busca tus duelos
y tu nombre es mi silencioso predio.
Ahora mi ser es tu morada secreta,
mi pensamiento tu fiel penitente,
camino la vida con el alma incompleta,
llevando tu amor como herida latente,
porque tú me hiciste poeta,
y en esa condena me pierdo eternamente.