Para quien ha sabido detener el tiempo en el latido de un beso, en el vuelo de una caricia, en el ritmo compartido de dos almas que se encuentran más allá de las horas. Para quien entiende que la vida, en su forma más pura, son estos instantes robados a la eternidad: donde las manos no dudan, los labios no calculan, y los cuerpos se funden como si el mundo terminara y empezara en un mismo abrazo. Que estos versos recuerden que el amor verdadero no necesita eternidad: le basta un momento que se siente como infinito.
Para ti, mi Pantera Negra.