En la arena reposa la caracola
con un susurro antiguo bajo el sol
como si el mar, cansado de sus olas
le confiara allí su último temblor.
Guarda en su vientre voces azules
relámpagos de espuma y sal
y al acercarla al oído, desnuda
regresa entero el rumor del mar.
Le habla de barcos que nunca vuelven
de peces de plata que danzan sin fin
de lunas que tiemblan sobre las olas
y vientos que viajan para no dormir.
La caracola escucha, pequeña y quieta
tesoro de silencio y tempestad
y en cada eco que entrega al mundo
late la memoria profunda del mar.