Magníficas criaturas mi senda caminaron,
y dieron a mis días las glorias de pasión;
y llenas de embeleso, mi amante corazón,
con besos exquisitos, de mieles lo llenaron.
Criaturas cuyos ojos sus lumbres me brindaron,
y fueron de mis noches farolas de ilusión;
criaturas cuyos cuerpos, en mágica erupción,
de mi alma, sus rincones, ardientes incendiaron.
Eróticas criaturas, de lúbricas sonrisas,
en cuyos rojos labios un día me embriagué;
criaturas que de Apolo fueron sacerdotisas,
a quienes sin pensarlo, mis sueños entregué:
¡Y ahora que el otoño me envuelve con sus brisas
extraño sus alcobas que tanto disfruté!
Autor: Aníbal Rodríguez.