Abajo de un ceibo hago promesas de amor.
Las hago sin decirlas.
Estoy acostada, como raíz, viendo las flores rojas contrastar con el cielo más celeste e iluminado del día.
Hay música, libélulas, hormigas, colibríes, abejas y mariposas.
Se une todo a mi pedido inconsciente que no es más que paz.
Prometo oír, interpretar y actuar desde el amor.
No juzgo, no pretendo ni exijo.
Me entrego absoluta a lo que el universo proponga y lo cuido como si ya supiera qué es lo que me espera al final del
camino.