Metí las manos en el cajón como quien hunde los dedos en una herida.
Y objetos que no recordaba haber guardado
comenzaron a salir,
un botón sin camisa, un recibo sin fecha,
una palabra olvidada que nunca se dijo.
Cada cosa pesaba lo mismo que aquello que dolía.
Sentí el pasado respirándome en la nuca,
como si todavía esperara una reacción.
No retrocedí,
Seguí separando fragmentos,
arrancándome capas.
No sabía exactamente lo que hacía,
solo que al tocar todo lo que había evitado,
algo empezaba a moverse.
Pensé que lo mejor sería volver al inicio.
Señalar un nuevo Da Capo en mi partitura.
Reconstruirme desde lo que quedaba,
y hacer silencio entre tanto ruido.
Poner un poco de orden en mi propio caos.