Luis Barreda Morán

Imposible Olvidarte

Imposible Olvidarte 

Mi corazón se aferra a tu recuerdo con una fuerza desesperada,
buscando en vano la forma de apagar esta llama encendida,
preguntándose de qué manera te olvida el alma lastimada,
mientras la soledad se torna una compañía para toda la vida,
y el eco de tu risa en mi mente nunca se desvanece.

Intento hundir en el olvido cada instante que juntos compartimos,
encerrar en un baúl de sombras los besos y las confesiones,
pero tu imagen en cada esquina y en cada sueño aparece,
y de qué manera te olvida mi corazón si no hay razones
que logren calmar este fuego que por dentro me consume.

Observo en los rostros de desconocidos algún rasgo que me habla de ti,
un gesto, una mirada, que me devuelve a tu lado en un instante,
y de qué manera te olvida quien se ha quedado sin camino ya,
si el mundo entero se ha convertido en un espejo constante
donde solo tu reflejo encuentro al alba y al anochecer.

Construyo muros altos con mis manos para dejar tu amor afuera,
bloqueando con esfuerzo cada rendija por donde pueda colarse,
mas de qué manera te olvida quien lleva tu esencia donde quiera,
si no hay fortaleza que logre impedir el recordarte
y en esta guerra interior mi voluntad se rinde sin bandera.

Me convenzo a mí mismo de que debo seguir con mi camino,
que hay un futuro esperando más allá de tu nombre y tu memoria,
pero de qué manera te olvida este destino que imagino
si en cada canción, en cada calle, se repite tu historia
y mi voluntad se quiebra con la dulzura de tu pasado.

El tiempo, que dicen cura todas las heridas con su paso lento,
en mi caso parece haberse detenido por completo y sin avance,
y de qué manera te olvida quien vive en el mismo momento,
reviviendo el aroma de tu piel en un eterno romance
donde solo soy yo quien baila con tu memoria querida.

Tal vez la respuesta no esté en borrar lo que tanto amé un día,
sino en aprender a convivir con la sombra de tu cariño profundo,
porque de qué manera te olvida quien aún en la noche fría
sueña con los momentos en que éramos dueños del mundo,
y despierta con el mismo vacío que no se llena con nadie.

—Luís Barreda/LAB