candeluz

Y pienso en el otro.

Querido Diario.
Algo de su mirada me pidió que avance. (O eso quiero creer)
Una vez dicho, ¿Qué más le puedo decir?
¿Habrá notado, con lástima, las ojeras de no dormir?
¿Se habrá adjudicado, torpemente, el insomnio a su persona?
Habría acertado. Y me habría avergonzado.
Pero fue en ese avance.
¿Qué más le puedo decir?

Ahora cuento horas.
Si las horas me quedan largas leo minutos.
Y pienso en su lástima, en su torpeza.
En sus cabellos dorados
y sus mejillas rosadas.
(Y pienso en el otro)

No puedo esperar para verlo.
Sobria no podría ni rozarlo.
Querido diario, siento una presión en el pecho
Si nosotros llegásemos a hacer el amor;
¿Qué más le puedo decir?
(Ya estaría dicha toda mi vida.)

Si no pasa nada,
si sólo hablamos, vuelve a su mundo
yo me quedo en el mío,
con este temblor inútil…

Querido Diario,
me aterra querer ser mirada.
Me aterra que me vea,
que me atraviese,
que no quede eco.

Y cuando se vaya,
cuando ya no lo vea,
¿qué más le puedo decir?
Nada.
Nada.

(Y pienso en el otro)